En otro movimiento contra los inmigrantes, la administración Trump ha puesto freno a una política de la era Obama que pretendía animar a los empresarios extranjeros a invertir en Estados Unidos e inmigrar para crear sus empresas. La administración informó de que la decisión se debía a que estaban desbordados por asuntos más importantes que atender.
Antes de que se interrumpiera el programa, se permitía a los inmigrantes entrar en EE.UU. en libertad condicional, siempre que cumplieran una serie de estrictos requisitos para sus inversiones y empresas. Se ofreció a los inversores un estatus legal y un permiso de trabajo que les permitiera hacer crecer su empresa y crear empleo. El programa también ofrecía la posibilidad de convertirse en ciudadano. Según la administración Obama, esta libertad condicional fue un ejemplo de autoridad discrecional.
Trump, sin embargo, decidió que su predecesor había sido demasiado generoso y ordenó al Departamento de Seguridad Nacional que revocara estos programas. Se espera que la norma se retrase hasta marzo de 2018, tras lo cual es probable que se cancele por completo.
El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos, que supervisa el programa, también es responsable de las prestaciones de inmigración legal, como visados de negocios, amnistías provisionales de deportación y permisos de trabajo. La administración Trump argumenta que el USCIS ya está desbordado y no tiene tiempo para contratar y formar a más personal para esas tareas.
Los defensores de los inmigrantes sostienen que la medida es corta de miras y perjudicará a la economía estadounidense. La medida impide que los talentos internacionales emigren a Estados Unidos y puede animar a los inversores a crear sus empresas en países competidores. Esto podría ser desastroso para Estados Unidos como líder en muchas industrias.
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